En una crisis matrimonial o de pareja, existen dos facetas importantes ambas, en la solución del conflicto. Un proceso jurídico que nos garantice los derechos, especialmente los de los más vulnerables y, un proceso emocional que nos garantice igualmente la estabilidad en la nueva etapa vital.
Toda ruptura va a marcar un antes y después en la vida de todos los miembros de la familia, especialmente a los menores, a los más vulnerables y a las familias extensas. De ahí, la gran importancia de que en el proceso sean tenidas en cuenta todas estas circunstancias y aspectos, con el fin de alcanzar soluciones válidas para la nueva etapa y duraderas en el tiempo, al objeto de minimizar al máximo la posibilidad de conflictos futuros.
Es en estos momentos, cuando el abogado ha de realizar un leal acompañamiento en la búsqueda de soluciones con vocación de futuro hasta alcanzar un buen puerto. Y como en todas las crisis, primero los niños.
Podemos prestarle nuestra ayuda, asesoramiento y acompañamiento en todas estas áreas: